Posteado por: mvmspanish | abril 24, 2024

CÓMO ENCONTRAR ESPERANZA EN MEDIO DE LAS LUCHAS – Salmo 138:7

Salmo 137 vs 8 - (S)

Aunque yo ande en medio de la angustia, Tú me vivificarás; extenderás Tu mano contra la ira de mis enemigos, y Tu diestra me salvará. (Salmo 138:7) 

Ya sea que se trate de una enfermedad, problemas financieros, relaciones rotas o cualquier otro tipo de revés, es fácil perder la fe y sentir que no hay salida. Sin embargo, como cristianos, tenemos una perspectiva única sobre las luchas que nos permite encontrar esperanza incluso en los tiempos más oscuros. 

La Biblia está llena de historias de personas que enfrentaron luchas increíbles y aún así encontraron esperanza y redención a través de la fe en Dios. Tomemos, por ejemplo, la historia de José. José fue vendido como esclavo por sus propios hermanos, acusado falsamente de un crimen que no cometió y pasó años en prisión. Pero a pesar de todo, se mantuvo fiel a Dios y acabó convirtiéndose en el segundo al mando de todo Egipto, salvando a su familia de la hambruna y convirtiéndose en un héroe para su pueblo. 

De manera similar, el apóstol Pablo enfrentó numerosas luchas en su vida, entre ellas encarcelamiento, persecución y dolencias físicas. Pero nunca perdió la fe y continuó predicando el evangelio incluso frente a la adversidad. De hecho, fue durante su encarcelamiento que escribió algunas de sus cartas más inspiradoras a las primeras iglesias cristianas, animándolas a perseverar en la fe. 

Como creyente tienes los mismos recursos que ellos tenían y puedes encontrar esperanza y perseverancia en medio de las luchas. 

Aquí hay cuatro principios: 

  1. Confía en el Plan de Dios. Una de las formas más poderosas en que podemos encontrar esperanza en medio de las luchas es confiando en el plan de Dios para nuestras vidas. La Biblia nos enseña que Dios tiene el control de todo, y eso incluye los desafíos que enfrentamos. En Romanos 8:28 leemos: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito.” 

Este versículo nos recuerda que Dios puede usar incluso las situaciones más difíciles para nuestro bien supremo, y podemos consolarnos con el hecho de que Dios siempre está con nosotros, incluso en los momentos más oscuros. Como dice el Salmo 34:18: “Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu.” Cuando acudimos a Dios en nuestras luchas, podemos encontrar esperanza al saber que Él está obrando todo para nuestro bien. 

Como cristiano, confiar en el plan de Dios significa tener fe en que Dios tiene el control de nuestra vida y que tiene un propósito para todo lo que sucede. Significa entregar nuestros propios deseos y planes a Dios y confiar en que Su plan para nosotros es bueno, incluso si puede ser diferente de lo que habíamos imaginado para nosotros mismos. 

Confiar en el plan de Dios requiere una creencia profunda en el carácter de Dios y Sus promesas. Necesitamos confiar en que Dios es omnisciente, todopoderoso y todo amoroso, y que desea lo mejor para nosotros. También debemos confiar en que el plan de Dios para nuestra vida es, en última instancia, para nuestro bien y para Su gloria, incluso si puede implicar dificultades o sufrimiento en el camino. 

Confiar en el plan de Dios puede ser un desafío, especialmente cuando enfrentamos circunstancias difíciles o cuando el plan de Dios parece entrar en conflicto con nuestros propios deseos. Sin embargo, como cristianos, estamos llamados a tener fe y confiar en la soberanía de Dios. Otro hermoso versículo de la Biblia se encuentra en Proverbios 3:5-6 donde se nos anima a “confiar en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas.”

Confiar en el plan de Dios significa tener fe en Su carácter y Sus promesas, entregándole nuestros propios planes. Necesitamos buscar Su guía y dirección y, en última instancia, confiar en que Su plan para nuestra vida está perfectamente orquestado y es para Su gloria. 

  1. Encontrar compañerismo. Como cristiano, necesitamos encontrar compañerismo siendo parte de un grupo de personas que comparten nuestra fe y que pueden apoyarnos en nuestro viaje espiritual. Significa estar rodeado de personas que nos alientan, nos desafían y nos ayudan a crecer en nuestra relación con Dios. 

En la Biblia vemos muchos ejemplos de personas que vivieron su fe en comunidad. La iglesia primitiva, por ejemplo, se caracterizó por un profundo sentido de compañerismo y apoyo mutuo. Hechos 2:42-47 describe cómo los creyentes “se dedicaban a la enseñanza y a la comunión de los apóstoles, a la fracción del pan y a la oración… Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común… partían el pan en sus casas y comían juntos con corazones alegres y sinceros, alabando a Dios.” 

Encontrar compañerismo puede implicar asistir a una iglesia o grupo pequeño, participar en un estudio bíblico o grupo de oración, o involucrarse en un ministerio o proyecto de servicio. Lo importante es ser intencional al buscar relaciones con otros creyentes que puedan apoyarnos en nuestra fe. 

Podemos encontrar aliento y responsabilidad compartiendo nuestras luchas y triunfos con los demás. Podemos aprender de la sabiduría y la experiencia de quienes han recorrido el camino de la fe antes que nosotros. También podemos ser una fuente de aliento y apoyo para otras personas que están pasando por sus propias luchas y desafíos. 

En última instancia, encontrar compañerismo como cristiano consiste en vivir el llamado a amarnos y servirnos unos a otros. En Juan 13:34-35, Jesús dice: Un mandamiento nuevo les doy: “que se amen los unos a los otros”; que como Yo los he amado, así también se amen los unos a los otros. En esto conocerán todos que son Mis discípulos, si se tienen amor los unos a los otros.” Al participar en el compañerismo cristiano, podemos vivir este mandamiento y crecer en nuestra relación con Dios y con los demás. 

  1. Cultivar la gratitud. Como cristianos, estamos llamados a dar gracias en todas las circunstancias. En 1 Tesalonicenses 5:18, se nos instruye a dar “gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús.” 

Esto no significa que debamos ignorar nuestro dolor o fingir que todo está bien cuando no lo está. Más bien, significa que podemos encontrar esperanza buscando lo bueno en cada situación y dar gracias por las cosas buenas de nuestra vida, por pequeñas que parezcan. 

Podemos estar agradecidos por las personas que nos apoyan o por los pequeños momentos de alegría que experimentamos en medio de nuestras luchas. Al cultivar intencionalmente la gratitud, podemos cambiar nuestro enfoque de nuestras dificultades a las bendiciones de nuestra vida. 

Significa reconocer que todo lo que tenemos es un regalo de Dios y elegir ver nuestra vida a través de una lente de gratitud en lugar de una de queja o derecho. Podemos adquirir el hábito diario de agradecer a Dios por las bendiciones en nuestra vida, tanto grandes como pequeñas. También podemos reflexionar sobre cómo Dios ha trabajado en nuestra vida en el pasado y dar gracias por Su fidelidad y provisión. 

Cultivar la gratitud puede ayudarnos a cambiar el enfoque de los problemas a las bendiciones en nuestra vida, lo que nos lleva a una mayor alegría y satisfacción. También puede ayudarnos a mantenernos conectados con Dios y recordar Su fidelidad incluso cuando enfrentamos circunstancias difíciles, reconociendo que todo lo que tenemos es un regalo de Dios. Al practicar la gratitud, podemos experimentar mayor alegría y satisfacción en nuestra vida y profundizar nuestra relación con Dios. 

  1. Aferrarse a las promesas de Dios. Esto significa que debemos confiar en las verdades y seguridades que se encuentran en la Biblia y que se atribuyen a Dios. Estas promesas nos recuerdan el amor, la fidelidad y el poder de Dios, y pueden brindarnos esperanza y aliento en medio de circunstancias difíciles. 

Aferrarse firmemente a las promesas de Dios implica varios pasos: 

  • Primero, necesitamos identificar las promesas que se refieren a nuestra situación específica. Por ejemplo, si enfrentamos dificultades financieras, podríamos recurrir a la promesa de Filipenses 4:19: “Y mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” 

Si estamos luchando contra el miedo o la ansiedad, podemos recurrir a Isaías 41:10: “No temas, porque Yo estoy contigo; no te desalientes, porque Yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de Mi justicia.” 

  • En segundo lugar, una vez que hayamos identificado las promesas que se aplican a nuestra situación, debemos meditar sobre ellas e internalizarlas. Esto significa tomarse el tiempo para leer y estudiar los versículos relevantes y reflexionar sobre lo que significan para nosotros personalmente. Podemos orar y pedirle a Dios que nos ayude a creer y confiar en Sus promesas, incluso cuando nuestras circunstancias parezcan abrumadoras. 
  • Finalmente, cumplir las promesas de Dios requiere fe y paciencia. Puede que no veamos resultados inmediatos ni experimentemos una resolución instantánea de nuestras luchas, pero podemos confiar en que Dios está obrando entre bastidores y que Sus promesas se cumplirán. Como nos dice Hebreos 11:1: “Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” 

Aferrarse a las promesas de Dios implica una combinación de fe, estudio, oración y paciencia. Al confiar en las verdades y seguridades que se encuentran en la Biblia, podemos encontrar esperanza y aliento incluso en medio de nuestras luchas. 

Por eso, recuerda siempre “encomienda al Señor tu camino, confía en Él, que Él actuará” (Salmo 37:5). 

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